Se encontrasen pues sus labios ,
en el frío del hielo.
Se encontrasen pues sus almas desnudas,
sin tener que desvestirse.
Se encontrasen sus miradas prohibidas
en sus profundos encuentros clandestinos,
celebrados en sus bocas.
Lidiaron la guerra de sus dientes
lideradas por sus lenguas que vestían de placer.
Ojalá infinita la batalla del sabor de nuestras miradas,
en el deseo de (nuestra) eternidad.
Amasen se pues,
se amasen pues sus miradas
en el calor del fuego ...
de dos amantes prohibidos.
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