sábado, 7 de julio de 2018

Encadenada.





En el silencio que guardas
en todos los armarios,
tras las camisas rotas y desvalidas.

Por todos los besos que olvidaste,
y que acabaron encarcelados
en tu relicario de desventuras.

En el  colchón,
en la calle de siempre ,
en la mesa del salón ,
en tu restaurante preferido...

Te dedicas a lanzarme miradas,
de odio y de desprecio,
como si saciase tu dolor
y acabase con tu culpa.

Recuerdo aquellas mañanas,
cuando te mirabas en mis cicatrices,
y los espejos te decían que eras mejor.

Y mientras sigo presa de ti,
odiándote, y no sé cómo, amándote,
sé que niegas que yo fuese
la que arropaba en besos tus inviernos .

Te veo por las calles, desorientado,
alborotando  todas tus corbatas
con el carmín de las farolas.

Las sombras, tras tus pasos
eran más oscuras, robustas,
y el temor en las estancias
me hacía más pequeña.

Maníaco de mi dolor y mis defectos,
sigo encarcelada en tu escoria.

Vivo aferrada a lo inexistente,
soñando lo que éramos,
olvidando todas los engaños,
olvidando todas las mentiras.

Hoy, aunque aún me miro al espejo
y te veo en mis lágrimas ,
sé que jamás volveré a recordar
tu pasión,
tan vacía y llena de mentiras


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